TERAPIA OCUPACIONAL

Es una profesión de la salud, cuya función principal es contribuir en la prevención, mantenimiento y rehabilitación bio-psicosocial y espiritual del individuo.
El profesional de Terapia Ocupacional desarrolla programas personalizados de intervención terapéutica basados en actividades con propósito que faciliten el desempeño ocupacional del individuo, promoviendo el estado de bienestar general y la calidad de vida.

El objetivo principal de la intervención del TO en pediatría, será que el niño logre un desempeño adaptativo y funcional en sus áreas ocupacionales, de forma independiente y participativa, ya sea tanto en las actividades de la vida diaria, en las educativas y en las de juego, ocio y tiempo libre.
El TO debe analizar y evaluar el desempeño del niño e identificar sus fortalezas y desafíos. Realizar un diagnóstico ocupacional, y en función a éste plantear los objetivos a cumplir, que sean significativos para el niño y su familia. Y por último diseñar un plan de tratamiento, que lleve al logro de dichos objetivos, utilizando actividades con propósito.

ABORDAJE:

La Integración Sensorial Fue creado por Jean Ayres (Terapeuta Ocupacional americana) , dejando como legado este modelo de abordaje que permite entender las conductas de los niños relacionándolas con procesos neuronales subyacentes.
Se basa en la interrelación dinámica del sistema neurobiológico y funcional pudiendo explicar la manera en que el individuo toma información del medio en relación a las condiciones ambientales, la integra y produce respuestas adaptativas. Esto significa que un buen procesamiento sensorial permite a la persona sentirse bien con sigo mismo siendo capaz de adaptarse continuamente a los estímulos cambiantes del ambiente y de su propio cuerpo. Se entiende que procesos neuronales adecuados promueven el desarrollo normal mientras que los procesos neuronales desorganizados conducen a conductas desorganizadas.
Esto ayudan a explicar la contribución de la I.S. a la salud, al bienestar y a la manera en que el niño se compromete en sus diferentes ámbitos ocupacionales. Podemos detectar dificultades en el procesamiento sensorial cuando un niño responde exageradamente a los estímulos o por el contrario, cuando no los puede registrar. Las dificultades de Integración Sensorial se observan en problemas en el nivel de actividad, en la atención, en el sueño, en la alimentación, en la conducta, en el lenguaje y en el aprendizaje en general.
El modelo propone que brindándole al niño estímulos adecuados en un ambiente protegido, rico en estímulos sensoriales, bajo una modalidad lúdica, divertida, este puede comprometerse en las actividades logrando cada vez habilidades mas adaptativas y complejas. Cuando se le propone al niño juegos con entradas sensoriales que resultan en un desafío justo, este pone en marcha su motor interno logrando mejores habilidades.

Tres aspectos fundamentales:

Educación familiar: Ayudar a la familia a entender cómo el perfil sensorial del niño/a contribuye a los problemas que han identificado constituye el primer paso hacia la solución. Entrenar en los padres la habilidad para captar las señales de advertencia e indicios que los niños/as suelen dar cuando un estímulo sensorial en particular es demasiado irritante, o cuando necesitan mayor intensidad del estímulo para poder orientarse hacia otro, abre las puertas para una mejor comunicación entre los padres y el niño/a, y favorece el desarrollo de este.

Modificación del ambiente. Para lograr una mayor sintonía entre las particularidades sensoriales del niño/a y las demandas y características ambientales, suele ser necesario hacer modificaciones en el entorno. Graduar la cantidad y la intensidad de estímulos visuales, táctiles, auditivos que el ambiente ofrece de acuerdo con las necesidades individuales, y armar espacios para la calma, así como otros que brindan información sensorial de calidad, favorece una mayor regulación y participación.

Intervención directa. Las características más destacables de la intervención directa en integración sensorial incluyen la provisión de un ambiente rico en experiencias sensoriales, en el cual el niño/a es un activo participante. No se trata de exponer al niño/a a experiencias sensoriales artificiales, sino a aquellas que favorecen la producción de componentes naturales de la actividad. El terapista sigue la motivación intrínseca del niño/a mientras favorece la experiencia, de modo que se produzca por su parte, la exploración de la situación y la resolución del problema que se plantea.

Las dificultades en el procesamiento sensorial pueden presentarse en forma aislada en un niño/a, o también en combinación a otros diagnósticos como sucede muy frecuentemente.

Trastorno del Espectro Autista (TEA)

Déficit de Atención (con o sin Hiperactividad)

Trastorno de Aprendizaje

Dispraxia y Desorden del Desarrollo de la Coordinación (DDC)

Desorden de Regulación – Procesamiento Sensorial

Trastornos del Lenguaje Síndrome de Fágil X y otros

Síndromes genéticos

Niños nacidos prematuros

Trastornos neuromotores de múltiples causas

¿Cuándo consultar con una terapista ocupacional?

  • Si hay ausencia o anormalidad en sus reflejos.
  • Si le cuesta succionar, se ahoga o se fatiga fácilmente tomando el pecho o mamadera.
  • Si tiene entre 0 y 3 meses y se sobresalta fácilmente.
  • Si presenta una extrema irritabilidad, difícil de consolar.
  • Si no le gusta que lo bañen, le cambien el pañal o le pongan cremas.
  • Si no balbucea o lo hace muy poco.
  • Si no tiene intención comunicativa.
  • Si no señala.
  • Si no es un niño demandante y se observa muy pasivo.
  • Si considera que su tono muscular está aumentado o disminuído.
  • Si no te mira a los ojos o le cuesta mantener la mirada.
  • Si tiene problemas con el sueño o le cuesta dormirse.
  • Si tiene más de 4/5 meses y no junta las manos en línea media.
  • Si comenzó a comer y le cuesta tolerar alimentos de texturas nuevas.
  • Si es muy sensible a luces brillantes, sonidos u olores fuertes, y reacciona llorando, o se duerme.
  • Si pasa largos períodos jugando solo sin buscar compañía de su cuidador, no explora el ambiente o lo hace de forma limitada.
  • Si le costó rolar, sentarse, reptar, gatear o ponerse de pie.
  • Si realiza movimientos o sonidos estereotipados (aleteo de manos, sonidos repetitivos).
  • Si está siempre en movimiento, o de lo contrario, prefiere actividades sedentarias.
  • Si le molesta que lo bañen, le laven, cepillen o corten el pelo.
  • Si se frustra fácilmente o hace berrinches difíciles de consolar.
  • Si le molesta vestirse o desvestirse, le molestan etiquetas de las prendas o ciertas telas.
  • Si es selectivo con los alimentos, prefiriendo ciertas texturas, sabores, colores.
  • Si le cuesta masticar, soplar, chupar.
  • Si se irrita en ambientes bulliciosos, tapa sus oídos.
  • Si le cuesta mantener contacto visual con las personas.
  • Si su lenguaje es limitado, difícil de entender, estereotipado o repetitivo.
  • Si realiza movimientos repetitivos.
  • Si su juego es estereotipado o no juega.
  • Si no pide, da o muestra sus juguetes
  • Si no está atento a su entorno.
  • Si lo llamas por su nombre y no responde.
  • Si te agarra de la mano para pedirte lo que quiere.
  • Si no señala o entiende los señalamientos.
  • Si con frecuencia se apoya o choca con cosas o personas.
  • Si es muy activo, se mueve rápido y le cuesta mantenerse en una actividad.
  • Si no le gusta que sus pies se separen del suelo.
  • Si evita trepar y otras actividades que involucren el cuerpo.
  • Si su lenguaje es escaso o ausente.
  • Si es muy selectivo con las comidas, evita o prefiere texturas, colores , sabores.
  • Si le cuesta interactuar con niños de su edad, prefiriendo actividades solitarias.
  • Si frente a actividades nuevas reacciones habitualmente con berrinches, o le cuesta cambiar de actividad.
  • Si se cubre los oídos ante algunos sonidos.
  • Si reacciona negativamente a sensaciones táctiles, auditivas u olfativas.
  • Si no controla esfínteres.
  • Si tiene intereses restringidos.
  • Si no pide.
  • Si su juego es repetitivo o estereotipado.
  • Si su tono muscular es bajo, necesita frecuentemente sostener su cabeza con sus brazos.
  • Si es muy activo, no para de moverse
    Si le cuesta prestar atención y seguir instrucciones.
  • Si evita saltar, trepar, hamacarse y toda actividad que involucre el cuerpo.
  • Si parece torpe.
  • Si no le gusta escribir, se cansa fácilmente, le cuesta, emplea mucha fuerza al hacerlo, rompiendo lápices, hojas.
  • Si es muy sensible a los sonidos, olores y texturas.
  • Si su dieta es muy limitada, es muy selectivo con la comida, evita probar alimentos nuevos.
  • Si le cuesta hacer amigos e interactuar con niños de su edad o se aparta del grupo.
  • Si es muy rígido, le cuestan los cambios de actividades o de planes inesperados.